Castigo

¿Castigo divino?

El castigo es una realidad cotidiana. Unos castigos son vistos como necesarios. Otros, como nocivos. Son requeridos por la justicia o la venganza. Se los usa para disuadir. Los esposos pueden castigarse uno al otro de maneras sutiles e indignas. Para educar a los niños, se los castiga.

"Dios castiga, pero no a palos", se oye. Pero, ¿necesita Dios castigar? ¿No será que decimos que lo hace para castigarnos unos a otros con la autorización de un ejemplo divino? En la tradición religiosa judía y cristiana conservada en las Sagradas Escrituras, varias veces se mencionan castigos divinos. Pero, si se admite que la Biblia no es un "cajón de sastre" del que cualquiera saca lo que le conviene, descubriremos que lo único que Dios quiere para sus criaturas es la vida. Aún cuando Dios amenaza a su pueblo con castigos, éstos no son sino la consecuencia última del pecado humano. Dios solo salva. Cuando anuncia castigos, es que advierte a la humanidad de su autodestrucción.

La novedad más extraordinaria del judío Jesús es haber revelado que su Dios es Amor tan radical que jamás castigaría a sus hijos y, por ende, merece una confianza total. Por eso Jesús lo llama "Papá". Porque creía en su bondad. Para que también sus discípulos confiaran en Él sin temor alguno, les enseñó el "Padre Nuestro". Lo dice San Juan en otros términos: "No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor, porque el temor mira el castigo; quien teme no ha llegado a la plenitud en el amor. Nosotros amemos, porque Dios nos amó primero" (1 Jn 4, 18-19).

Es cierto que a nosotros, pobres seres humanos, nos cuesta prescindir de los castigos. Por ello, al recordar que Dios no castiga, desautorizamos al menos que se use su nombre para justificar la violencia de nuestros métodos; además, precavemos a la religiosidad de la tentación al masoquismo; por último, nos permitimos esperar un "cielo" para después de la muerte. Pues el "infierno", si alguno lo habita, será creación humana, no divina. Para ganarnos el corazón, Dios no ha necesitado hacernos daño.

El cristianismo responde al mal del mundo con amor más que con palabras. Jesús apostó su vida para que lucháramos contra el mal. Compartiendo la convicción de Jesús en la bondad de su Padre, prueban los cristianos que Dios es digno de fe. Amando como Jesús, sobrellevando solidariamente los castigos que los seres humanos se propinan unos a otros, los cristianos erradican la violencia de la historia y, con Jesús, anuncian a un Dios completamente bueno.


Publicado en Si tuviera que educar a un hijo… Ideas para transmitir la humanidad

Descripción del infierno cristiano

La palabra «infierno» se halla en muchas traducciones de la Biblia. En algunos casos es traducida por ‘sepulcro’ o ‘el lugar de los muertos’ y en otras se deja sin traducir, como en el caso de la palabra hebrea she’ol que equivale a la griega hai′des, es decir la tumba de toda la humanidad. También está en este caso la palabra griega ge′en•na que hace referencia a la destrucción eterna.

Para la religión cristiana y algunas no cristianas el infierno es el lugar donde habitan los demonios y donde los inicuos, después de muertos, sufren castigos y tormentos.

Son varias las referencias existentes en la Biblia de las que muchos deducen que se trata de un lugar de sufrimiento:

  • Un lugar de tormentos (Lucas 16:23) en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno...
  • Un horno de fuego (Mateo 13:42) y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
  • Un lago de fuego y azufre (Apocalipsis 20:10) Y el diablo que los engañaba, fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
  • Un lago de fuego (Apocalipsis 20:15) El que no se halló inscrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego.
  • Venid, benditos... (Mateo 25:34) Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
  • Apartaos de mí, malditos (Mateo 25:41) Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Si alguno adora a la Bestia y a su imagen, y acepta la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su cólera. Será atormentado con fuego y azufre delante de los santos Ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento se elevara por los siglos de los siglos. Y no habrá reposo, ni de día ni de noche.(Apocalipsis 14:9-11) El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen el mal.(Mateo 13:41) Así será el fin del mundo: vendrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno de fuego. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.(Mateo 13:49-50) Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego nunca se apaga.(Marcos 9:47-48)

Castigo o Disciplina?

Estas son dos palabras que frecuentemente confundimos sus significados, su cumplimiento  en la vida del hombre y como Dios actúa en formas diferentes según nosotros.

 Cuando hablamos de castigo estamos diciendo que es el pago a nuestra manera de vida equivocada; cuando estamos llevando una vida alejada de Dios sin reconocerle como tal, en pecado, cuya paga es la muerte; por tanto el castigo está por la desobediencia a querer  vivir en su voluntad, cosechando lo que se ha sembrado. El que no ha sembrado amor vive en desamor, el que siembra contienda, obtiene disensiones, quien arma divisiones, logra soledad y una vida sin paz, etc.

 En cambio la disciplina es la manera o método que utilizan nuestros padres o quienes estén a cargo nuestro, para corregir nuestro andar y poder de esta manera ir creciendo como persona.

Cuando hablamos de la disciplina de parte de Dios es por el solo motivo de que nos ama, Heb 12:6…  porque el Señor al que ama,  disciplina.

 Muchas veces la disciplina que viene de parte de Dios no queremos aceptarla, pero que importante es que sepamos y aceptemos que, enfermedades, debilidades,  hasta opresiones en nuestros trabajos o pérdidas de los mismos, son formas que Dios usa para disciplinarnos como hijos y llevarnos a un crecimiento en nuestra relación personal con Él, con el solo propósito que no seamos nosotros castigados con aquellos que no le creyeron. 

         Siempre una disciplina es de sabor amarga y hasta dolorosa, ya que nos hace mirar y actuar de una manera que no teníamos nosotros pensado, y nos deja ver que necesitamos corrección para crecer. Cuando niño se nos disciplinaba y nos dolía, hoy cuando somos más grandes sabemos que esas disciplinas nos ayudaron ser formados en lo que hoy somos. 

Heb. 12:11  Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza;  pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados... 

                Aceptar la disciplina que viene de parte de Dios te ayudará. Acéptala, obedécela y será motivo de regocijo cuando la hayas pasado. Por lo tanto una disciplina  es salvación para nosotros ya que por ella logramos alcanzar el lugar para el que Dios nos ha llamado por Jesucristo

 Recuerda, el padre al que ama disciplina; la disciplina no es un castigo sino una forma de Dios de demostrarnos cuanto nos ama y anhela que crezcamos en comunión con Él.

Rev. Adhemar Charlin

 


¿El castigo de Dios?

El ejército araucano, consciente del abandono español de la bella ciudad chilena  e Concepción, la saqueó a tal grado que no quedó nada español en pie y, como si eso no bastara, le prendió fuego. Las huestes del jefe Lautaro se dieron el gusto, según los versos de Don Alonso de Ercilla y Zúñiga en su genial obra La araucana, «de ver cómo la llama se extendía y la triste ciudad se consumía», la ciudad más rica en oro de todo Arauco. Era tan inconcebible que los españoles tuvieran que soportar semejante afrenta —comenta Don Alonso— que muchos consideraron que era el castigo de Dios por la vanidad y la soberbia de los conquistadores.1

De igual modo hay en la actualidad quienes creen que el SIDA es el juicio de Dios, es decir, el castigo con el que Dios está azotando a la humanidad depravada de nuestro tiempo. Lo cierto es que las enfermedades y las plagas que azotan al género humano no las envía Dios con el fin de vengarse. Lo que Dios envió al mundo es todo lo contrario: envió a un indefenso bebé que se crió entre nosotros los seres humanos, comió y lloró con nosotros, y sufrió y dio su vida por nosotros para que pudiéramos tener vida eterna.

Antes de morir en nuestro lugar, ese hijo de Dios, Jesucristo, aseveró que no vino a salvar a justos sino a pecadores. Explicó que quienes necesitan médico no son los sanos sino los enfermos.2 No es que los enfermos del alma no merezcamos ser desahuciados por Él, sino que, a pesar de nuestras acciones perversas y en medio de nuestro pecado más reprochable, Dios nos sigue amando y ofreciendo sanidad del alma. San Pablo sostiene que es en esto que Dios nos demuestra su amor: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.3 Él no espera a que merezcamos su ayuda para brindárnosla, sino que nos ofrece el perdón en el momento menos oportuno para Él y más oportuno para nosotros: cuando menos lo merecemos pero más lo necesitamos.

Dios tendría toda la razón si le negara entrada al cielo al que se la pide en el momento mismo de la muerte, es decir, cuando nada tiene que ofrecerle. Tal vez fue con el propósito de resolver esa duda que Dios permitió que se salvara uno de los malhechores crucificados con su Hijo. Bastó con que le pidiera entrada al paraíso para que Cristo se la concediera.4 Pero ¿qué había hecho para merecer tan fácil entrada? ¡Nada en absoluto! Al contrario, había obrado de tal manera que le esperaba una condenación segura, física y espiritual.

Dios es la personificación misma del amor, el amor encarnado. A esto se debe que ame a todo pecador sin hacer distinciones, tanto al que hace buenas obras y no le hace mal a nadie como al más infame y degenerado. Por eso el que sufre de una enfermedad como el SIDA, ya sea que la haya adquirido sin culpa propia alguna o por haber quebrantado las leyes morales de Dios, puede estar seguro de que contará con el perdón de Dios si se lo pide, y aún más: la vida eterna.

Increíble, pero cierto. Dios está dispuesto a ayudarnos a hacerle frente hasta a la situación más difícil de la vida. Basta con que acudamos a Él antes que sea demasiado tarde.

Hermano Pablo.

Bienvenidos!
 
Compartir
Share
 
 
Página de Inicio
Agregar a favoritos
 
Otros Links
 
Ministerios Roca de Paz
Sacerdocio Real
Canal Luz
Canal Enlace
Música Cristiana
Himnos Evangélicos
Wiki Cristiano
Maran Ata
Curso de Hebreo
Curso de Arameo
Con Poder
Biblia on line
Faceame
Frases Cristianas
 
Blogs
 
Info Útil
Cómo Agradar a Dios
K2 Adonai
Enlaces Rápidos
Música y Pistas Cristianas
Levanta Tus Manos
 
Misceláneas
 
Juegos Zynga
Música Cristiana
Agenda Online
Cine Pakewaia
Fondos Cristianos
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Visitas 51190 visitantes (83635 clics a subpáginas) Desde 06/01/2010
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis