Cristo

Cristo (del griego Χριστός, 'el ungido' y del hebreo siríaco מָשִׁיחַ, 'mesías') es el título que recibe el redentor prometido a los Judíos y atribuido en las denominaciones cristianas a Jesús de Nazareth—cuyo nombre es una forma griega del hebreo Yeshúa (o Yehoshua), que significa 'el Señor salva'—, que en muchos casos vino a usarse junto con su nombre: «Jesucristo» o «Cristo Jesús», fundamentalmente en los evangelios y las epístolas paulinas. Es por el aspecto muy central de los seguidores de Jesús que le consideran ser el hijo de Dios, salvador profetizado por el Antiguo Testamento, que recibe su nombre el cristianismo. El principal indicador del calendario juliano y el calendario gregoriano es el nacimiento de Jesús conocido como la era cristiana.

En la religión judía, Cristo es el ungido—del latín "ungere"— o consagrado por el mismo Dios como rey, profeta y sumo sacerdote por excelencia. Fuera de la teología cristiana la figura de Cristo habría tenido un cuerpo humano no aparente.

La concepción hebrea del ungido o entronizado proviene de una antigua creencia que establece que untar a una persona u olear un objeto del culto con aceite otorga cualidades extraordinarias, era una persona eminente, exaltado por la gracia divina y hecho sagrado. En el Israel de la antigüedad, la costumbre de ungir a una persona otorgaba la potestad para ejercer algún cargo importante. El término Cristo no sólo se utilizaba con los sacerdotes que eran mediadores entre Dios y la humanidad, sino también con los reyes teocráticos que eran representantes de Dios y adquirían de esa forma dignidad sacerdotal. Más tarde se aplicó a los profetas e incluso se vinculó con los patriarcas. Sin embargo, en la evolución del concepto mesiánico, el uso del término se restringió al redentor y restaurador de la nación judía.

En el Nuevo Testamento, la palabra Cristo se utiliza como nombre común y como nombre propio. En ambas acepciones aparece con o sin artículo definido, en solitario o asociada a otros términos o nombres. Cuando se usa como nombre propio y, muchas veces, en los otros casos, designa a Jesús de Nazaret, el esperado Mesías de los judíos. De esta manera, para los católicos y cristianos Jesucristo es el Mesías, aquel que las Sagradas Escrituras anunciaban que llegaria como plan de salvación de Dios para la humanidad. Sin embargo, otras religiones, sobretodo los musulmanes , judios ortodoxos, conservadores, y reformistas, lo consideran solamente como un gran profeta o predicador de su raza -- la judía-- y el fundador de la religión cristiana, a quien sus seguidores consideran el hijo encarnado de Dios.

Cristianismo

La religión cristiana confiesa que Dios se ha manifestado a los judíos en la persona de Jesús de Nazaret en el año 753 de la fundación de Roma, el Hijo de Dios hecho hombre y, por lo tanto, el Cristo revelado históricamente al pueblo de Israel. Jesús mismo se presentó como el Cristo, el Mesías anunciado por los profetas y ansiosamente esperado por Israel. En Cesarea de Filipo, por ejemplo, ante la controversia de opiniones que corría sobre la persona de Jesús, éste le preguntó a los apóstoles: «Y vosotros quien decís que soy yo?». Pedro respondió: «Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.» Jesús no enmendó la respuesta de Pedro, más bien confirmó que Dios mismo habría hecho tal afirmación. El dogma principal del cristianismo es la resurrección de Jesús, prueba decisiva para la fe que el resucitado es el prometido Cristo. Corroborado por Pablo: «Si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe».

El Cristianismo surgió como una comunidad, la Iglesia, inspirada en las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Sabemos por San Lucas que llamaron "cristianos" a los discípulos por primera vez: en Antioquia de Siria, Hechos 11:26. La misión que los unía era la prédica de estas enseñanzas por todo el mundo, prédica inicialmente llevada a cabo por sus discípulos, llamados Apóstoles. Según los Evangelios, Dios preparó un pueblo, prefigurado en el pueblo de Israel, conducido por Moisés y los profetas y al que Cristo encabeza como Jefe y Salvador. Con este pueblo, Cristo realizaría una nueva alianza. El fin de este pacto es que todos conozcan a Dios Padre y a Jesucristo su Hijo y en él tengan vida eterna – Juan 3:16 –.

Según el cristianismo, Jesús de Nazareth es el Cristo (el Mesías), hijo de Dios hecho hombre – Mateo 16:16 --, concebido por el Espíritu Santo y nacido de María. Después de la crucifixión, al tercer día resucitó y posteriormente subió al Cielo; y se espera su regreso al final de los tiempos en lo que se llama la Segunda venida de Cristo. El cristianismo explica que el sufrimiento de Jesús era necesario Hechos 17:3 . Frecuentemente se cree que el padecimiento de Jesús se desarrolló en la cruz, en realidad su padecimiento comenzó desde el huerto de Getsemaní (Lc 22:39-46, Mt 26:36-46, Mc 14:32-42). En este pasaje se describe como Jesús lleno de angustia oraba intensamente, su sudor era como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

Era cristiana

Al establecerse el Cristianismo en medio del Imperio Romano, los cristianos, que cada vez eran más, usaban en sus cálculos históricos los mismos sistemas generalizados entre los romanos, sea la fecha de los cónsules reinantes, sea la de las Olimpiadas griegas, sea el año preciso desde la fundación de Roma. Mas, habiendo desaparecido el Imperio Romano, mientras el Cristianismo iba adquiriendo una consistencia cada vez mayor, sintieron como una necesidad los grupos de la sociedad de aquella época el tomar como punto de referencia para orientarse en el macrocosmos de la historia el año de Nacimiento de Cristo. Debido a ello, uno de los hombres más eruditos de su tiempo, el monje Dionisio el Exiguo, después de pacientes investigaciones y cálculos, señaló en el año 526 como fecha de nacimiento de Cristo el 753 de la fundación de Roma. Este año pues, fue tomado como primero de la era cristiana, que no sin vencer graves dificultades, fue introduciéndose poco a poco en las diversas cancillerías y en el pueblo cristiano, hasta quedar generalizada en todas partes a fines de la Edad Media. Pero examinado más detenidamente el estado de las cosas, resulta que el cálculo de Dionisio el Exiguo es inexacto, y así, el año del nacimiento de Cristo fue cuatro, cinco, o incluso quizás siete años antes del que él señaló.

Esto se ve claramente con las siguientes observaciones:
Conforme a los datos que nos transmite Flavio Josefo, Herodes el Grande murió en el año 750 de Roma. Ahora bien, según refieren los Evangelios y lo confirma el historiador Macrobio, Herodes murió poco después de la muerte de los Inocentes, por lo tanto, después del nacimiento de Cristo. Este pues, debió ocurrir antes del año 750, y teniendo en cuenta el tiempo que debió transcurrir hasta la Adoración de los Reyes Magos, la degollación de los Inocentes y la muerte de Herodes, puede aceptarse como más probable el 749 de la Fundación de Roma como fecha de nacimiento de Cristo, es decir, cuatro años antes de nuestra Era, fijada el 753.

A semejante conclusión se puede llegar por otro camino muy distinto. Pues según San Lucas, al ser bautizado Jesús contaba con unos treinta años de edad. Ahora bien, como San Juan Bautista comenzó su ministerio el año 15 del reinado de Tiberio, esto nos proporciona un punto de partida para el cálculo. En efecto, tomando el año 764 como la fecha más probable del principio del reinado de Tiberio, si añadimos los quince de la predicación del Bautista, nos encontramos que el 779 marca la fecha del bautismo de Cristo, y si Él contaba entonces treinta años, nació el 749 de la fundación de Roma.

Otros cálculos hechos por algunos cronologistas e historiadores sobre la base del censo realizado por Quirino y, sobretodo, los que se han querido fundar sobre ciertas computaciones astronómicas, tienen mucha menos consistencia.

Otras alusiones en la Biblia

En el libro de Daniel leemos que el Mesías Príncipe sería cortado, y no tendría nada (9:26). La antigua versión de Reina-Valera traduce "será muerto y nada tendrá" y en el margen de la paráfrasis "será echado de la posesión". Esto se cumplió cuando, en lugar de ser aceptado como Mesías por los judíos, fue rechazado, cortado, y no recibió ninguno de los honores mesiánicos que le pertenecían, aunque, con su muerte, echó los cimientos de su Futura Gloria en la tierra, obrando la redención eterna para los salvos. Leemos en 1era de Corintios 12:12 que así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, "así es el Cristo". La Cabeza y los miembros en el poder y la unción del Espíritu forman un sólo cuerpo.

En el libro de Juan 1:41 y 4:25 este título es relacionado con el de Mesías, "llamado el Cristo". Este término es empleado para el Señor Jesús en el Salmo 2:2, donde se habla de los reyes y príncipes consultando contra Jehová y contra su "Ungido", siendo éste el significado del término "el Cristo".

Habiendo sido rechazado como Mesías en la tierra, Él ha sido hecho, ya resucitado de los muertos, Señor y Cristo (Hechos 2:36), y así se cumplen los consejos de Dios con respecto a Él y al hombre en Él. Se revela que los santos habían sido escogidos en Cristo desde antes de la fundación del mundo. Todas las cosas en el cielo y en la tierra tienen que ser encabezadas en el Cristo, Efesios 1:10. Como el Cristo es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, Efesios 4:15. Este es un tema de vasta extensión, que apenas si puede ser bosquejado en un artículo.

Jesús se da a conocer

El primer acto público del Jesús maduro (tras la breve aparición en el Templo a los doce años) es su bautismo de manos de Juan el Bautista, seis meses mayor que Jesús y que preparó el camino de este hablando al pueblo sobre la misión de Cristo.

Jesús inició rápidamente su Magisterio ante el pueblo. No ante los reyes o sumos sacerdotes, sino ante aquellos de quien es el Reino primeramente: los más desposeídos. La gente sencilla a la que Dios quiso llegar antes. Jesús les habló de Amor. Del Amor de Dios hacia ellos y de la venida del Reino al que llegaríamos por nuestras buenas acciones y no por nuestra hipocresía. En libro de Juan, capítulo 13, versículos 34-35:
"Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros como yo os he amado". "En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os tenéis amor unos a otros".

Durante su vida pública Jesucristo ganó muchos adeptos, que a la postre no lo seguirían sino que lo condenarían. Los Evangelios recuerdan a Jesús en medio de la gente, sanando enfermos y demostrando la piedad y el amor de Dios a su pueblo. Cristo es el Poder de Dios hecho carne. El poder sobre el mal, sobre la enfermedad e incluso, y por encima de todo, el poder sobre la muerte. Nos muestran a Jesús sintiéndose grato en presencia de niños y mujeres. En aquellos tiempos, los niños y las mujeres eran considerados poco más que estorbos, pero Jesús se acercó a ellos demostrando que el reino es de todos por igual, sean hombres, mujeres, niños o ancianos. La igualdad de los hombres ante Dios es proclamada por Jesús no sólo con palabras, sino con gestos como éste. Una vez se dio a conocer al pueblo de Dios, Jesús acudió a las sinagogas y al Templo para enseñar la Palabra de Dios a los sacerdotes. Las castas religiosas judías le recibieron con temor, ya que sus enseñanzas ponían a Dios por encima de todo e incluso por encima de ellos.

En el Templo de Jerusalén Jesús se enfureció al ver un negocio (mercado) montado allí y derribó los puestos de los mercaderes. Dios y el negocio no casan bien, y eso es algo que Lucas no se cansa de repetir tanto en su Evangelio como en los Hechos de los Apóstoles. Los sacerdotes le presentaron a una mujer que había cometido adulterio, por lo que iba a morir lapidada. Jesús la protegió y les dijo que aquel que estuviera libre de pecado tirara la primera piedra. Uno de los pilares del Mensaje de Cristo es que el hombre no debe juzgar el corazón de sus semejantes, ya que es algo que está reservado única y exclusivamente a Dios. Sólo Dios es juez de nuestros sentimientos. Jesucristo toda su vida predico bajo la premisa de que la eternidad y sus enseñanzas son para todos, sin descalificar a nadie por nada, lo único que nos dijo este gran personaje, fue que lo siguiéramos sin importar nada más.

Su Ministerio, muerte y resurrección

Hacia los treinta años inició Jesucristo su breve actividad pública incorporándose a las predicaciones de su primo, Juan el Bautista. Tras escuchar sus sermones, Jesús se hizo bautizar en el río Jordán, momento en que Juan le señaló como encarnación del Mesías prometido por Dios a Abraham. Juan fue pronto detenido y ejecutado por Herodes Antipas, lanzándose Jesucristo a continuar su predicación.

Se dirigió fundamentalmente a las masas populares, entre las cuales reclutó un grupo de fieles adeptos (los doce apóstoles), con los que recorrió Palestina. Predicaba una revisión de la religión judía basada en el amor al prójimo, el desprendimiento de los bienes materiales, el perdón y la esperanza de vida eterna.

Su enseñanza sencilla y poética, salpicada de parábolas y anunciando un futuro de salvación para los humildes, halló un cierto eco entre los pobres. Su popularidad se acrecentó cuando corrieron noticias sobre los milagros que le atribuían sus seguidores, considerados como prueba de los poderes sobrenaturales de Jesucristo. Esta popularidad, unida a sus acusaciones directas contra la hipocresía moral de los fariseos, acabaron por preocupar a los poderosos del momento.

Jesús fue denunciado ante el gobernador romano, Poncio Pilatos, por haberse proclamado públicamente Mesías y rey de los judíos; si lo primero era cierto, y reflejaba un conflicto de la nueva fe con las estructuras religiosas tradicionales del judaísmo, lo segundo ignoraba el hecho de que la proclamación de Jesús como rey era metafórica, refiriéndose al «reino de Dios» y sin poner en cuestión los poderes políticos constituidos.

Consciente de que se acercaba su final, Jesús celebró una última cena para despedirse de sus discípulos; luego fue apresado mientras rezaba en el Monte de los Olivos, al parecer con la colaboración de uno de ellos, llamado Judas. Comenzaba así la Pasión de Cristo, proceso que le llevaría hasta la muerte tras sufrir múltiples penalidades; con ella daba a sus discípulos un ejemplo de sacrificio en defensa de su fe, que éstos asimilarían exponiéndose al martirio durante la época de persecuciones que siguió.

Próxima la hora de su sacrificio por todos nosotros, Jesús sintió flaquear sus fuerzas y un ángel llegó para confortarle. La humanidad de Cristo se manifiesta así de la manera más evidente, y la muerte en la Cruz será el punto culminante de la vida de un Dios hecho hombre que quiso serlo hasta el final. Para nosotros, los cristianos, éste es el más maravilloso ejemplo de sacrificio, solidaridad, Amor y misericordia jamás visto. Él fue torturado por Pilatos, quien sin embargo, prefirió dejar la suerte del reo en manos de las autoridades religiosas locales; éstas decidieron condenarle a la muerte por crucifixión.

Los Evangelios cuentan que Jesucristo resucitó a los tres días de su muerte y ascendió a los cielos. Judas se suicidó, arrepentido de su traición, mientras los apóstoles restantes se esparcían por el mundo mediterráneo para predicar la nueva religión; uno de ellos, Pedro, quedó al frente de la Iglesia o comunidad de los creyentes cristianos, por decisión del propio Jesucristo. Pronto se incorporarían a la predicación nuevos conversos, entre los que destacó Pablo de Tarso, que impulsó la difusión del cristianismo más allá de las fronteras del pueblo judío.
La obra de Pablo hizo que el cristianismo dejara de ser una secta judía cismática y se transformara en una religión más universal; la nueva religión se expandió hasta los confines del Imperio Romano y más tarde, desde Europa, se difundió por el resto del mundo, convirtiéndose hasta nuestros días en la religión más extendida de la humanidad (si bien se encuentra dividida en varias confesiones, como la católica romana, la ortodoxa griega y las diversas protestantes).

Salvación

La palabra salvador, a su vez, era el título calificativo que los judíos aplicaban a sus sacerdotes, reyes, y profetas, ya que éstos debían ser ungidos con aceites como parte del rito que los consagraba a su labor. Los seguidores de Jesús de Nazaret, considerando que éste era el Mesías prometido por las Profecías Mesianicas del Tanaj, le aplicaron este título a su líder, llamándole Cristo Jesús o el Salvador. A mediados del siglo II -- unos cien años después de la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret -- se les comenzó a conocer por Cristianos en Antioquía, ya que se decían seguidores del Cristo.

Según algunas confesiones cristianas, como la Iglesia Católica Apostólica Romana, la Iglesia Católica Apostólica, la Iglesia Anglicana, la Iglesia Ortodoxa o las principales iglesias Protestantes, la Salvación es una venida de Dios. Sustentan este punto de vista en las palabras del Apóstol Pedro: "Se nos vino el paquete divino del Señor Jesús", Hechos 15:11. Esta gracia se obtiene a través de la fe y el obrar cristiano, según católicos y ortodoxos, o exclusivamente por la fe, según los protestantes, es decir, en creer o confiar que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Salvador y el Único Perdonador de pecados.

En la carta de Pablo a los Romanos 10 (cap. 10), se explica lo que es la salvación, pero con más precisión en la carta del apóstol Pablo a los Efesios 2:8-9. "Cristo, con su muerte y su Resurrección, es quien elimina la deuda del pecado humano y vehicula en su persona esa Gracia Redentora." Para el Cristianismo la salvación está disponible para todos los que creen y actúan en consecuencia.

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